
A raíz de la reciente película «Aenne Burda: una vida entre costuras» y la serie “Julia” sobre la televisiva cocinera Julia Child en los años 60 en EEUU, he redescubierto a dos mujeres de la historia reciente del siglo XX que revolucionaron, cada una a su estilo, los hogares de su época y por tanto, la sociedad en su conjunto.
Si hoy puedes coserte tu propia ropa en casa con facilidad, no solo es gracias a la invención de la máquina de coser, sino también a que la Sra. Burda democratizó la “auto-sastrería” porque su revista incluyó patrones sencillos de seguir, adaptados a mujeres reales y con instrumentos como el rodillo para cortarlos que facilitaban mucho la tarea.
Por su parte, Julia Child, sin ser la primera cocinera televisiva, sí fue la más rompedora y mediática con más de una década en antena e inspiró a las amas de casa y cocinitas estadounidenses con sabrosas recetas francesas y una filosofía de disfrutar de la cocina y de la vida con mayúsculas.
Que fuese una mujer de mediana edad, grande, con voz estridente, espontánea y dicharachera y en las antípodas de los estereotipos de las revistas (de esa época e ¡incluso de esta!) le confiere aún más mérito.
Se programa fue pionero por las mejoras técnicas empleadas y por su gran alcance social en un mundo sin redes. Julia fue sin duda alguna la primera influencer gastronómica.
Ambas centran su trabajo en temas domésticos y hogareños y, a pesar de su incuestionable éxito tanto social como económico (a la Sra. Burda se le considera la mujer del “milagro económico” alemán tras la Segunda Guerra Mundial), su figura es poco conocida y no aparecen en los discursos de mujeres destacables en la historia reciente.
Una pena que el mundo del hogar aún esté invisibilizado e infravalorado en la sociedad actual que se percibe como muy moderna y avanzada. Le queda todavía camino por sanar y reconciliarse con sus raíces…
A continuación, comento aspectos a tener en cuenta de la vida y la obra de ambas:
AENNE BURDA y la democratización eficaz de la costura

¡Tenía que ser una mujer alemana quien llevase a los hogares de casi todo el mundo la opción de coserse su propia ropa con precisión!
«Aenne Burda: una vida entre costuras» es una película alemana (2018) que muestra la biografía de la creadora de la revista Burda que marcó a varias generaciones de familias, incluida la mía, porque mi madre era modista y recuerdo cajas de este revista y patrones por casa. De hecho, todavía conservo recetas recortadas de allí.
La Sra. Burda cogió las riendas de una publicación con minúscula tirada en los años 40 y llevo la editorial familiar Offenburg al éxito mundial, llegándose a distribuir a 90 países. Como anécdota, fue la primera revista occidental publicada en la Unión Soviética. Pues eso, no fue una revista de economía o motor, sino una “hogareña”, de moda asequible y tendencias.
La película muestra la GRAN SUPERACIÓN ante las adversidades en la vida de la protagonista como su infancia, las traiciones de su marido con su matrimonio, sus ideas y las deudas de la revista, el desdén de los diseñadores franceses ante sus propuestas o los gastos del negocio en los inicios que le lleva a empeñar sus joyas para pagar a las trabajadoras.
Fueron esas situaciones límite lo que le mantuvo firme en esa visión que tenía de popularizar y acercar la costura a los hogares y elevar la moral de las mujeres a través de la moda en la gris posguerra.
Como editora, ella y su competente equipo, triunfaron cambiando las hojas de patrones e incluyendo varias tallas en el mismo papel de forma fácilmente identificable, inventando el rodillo para cortarlos e incluyendo las medidas de las mujeres de la calle y alejadas de las pasarelas.
Aenne Burda contribuyó como pocos personajes históricos a empoderar a las mujeres, dándoles la libertad y autosuficiencia de coser su propia ropa en libertad de estilo y sin depender de terceros. Y eso ha abierto las puertas de muchos talentos cotidianos…
JULIA CHILD y cómo enseñar a los hogares a disfrutar de la cocina y subirla a otro nivel

Dicen de ella que llevó la felicidad a la cocina de millones de hogares en la era Kennedy y que confirió prestigio y maestría al recetario clásico, además de apostar por el deleite -mucho más que comer por necesidad-, el toque gourmet a nivel popular y abrirse a nuevos aires y referencias culturales.
“The French Chef” era el título tanto del programa de cocina como de uno de sus libros best-sellers.
Esposa de diplomático, graduada en la prestigiosa escuela francesa Cordon Bleau y mujer cosmopolita, Julia contagió su amor por la cocina y los buenos momentos en torno a la mesa (¡y al buen vino!) a través de su trabajo.
Sus ingredientes eran su frescura, humildad (la serie muestra muy bien su falta de ambición y el recelo frente al éxito que se le avecina), exactitud y precisión en las recetas (en contra de su socia francesa que prefiere la intuición a la báscula), muchísima “mano izquierda” y buena comunicación para camelarse/convencer tanto a su marido como a los tozudos y faltos de miras productores televisivos de la época, y confianza total en su proyecto llegando a financiar de su bolsillo los primeros programas.
Como ella defiende, “si sabemos leer sabemos cocinar”, no necesitamos ser chefs para cocinar exquisiteces en nuestras casas y los sabores te permiten viajar y recrear otros ambientes y culturas. La cocina también es ARTE y está en nuestras manos.
También potenció la accesibilidad y “cocinar lo que está disponible”. Fue una pionera de lo que ahora llamamos km 0 y comida local y de temporada.
En el penúltimo capítulo de la serie, la activista Betty Friedman le reprocha que «había profesionalizado a las amas de casa» y subido demasiado el nivel de exigencia y, groseramente, hasta le acusa de ser mal ejemplo.
Se equivocaba.
A pesar de que Julia Child tenía todo en contra para triunfar televisivamente (edad, físico, voz y desparpajo incontrolable), lo hizo y fue el referente de muchas mujeres de su generación y de las siguientes que se identificaron con una señora “corriente” que puede extender sus alas, cumplir sus sueños y ayudar a la demás por el camino…
Gracias Aenne Burda y Julia Child por todo lo que nos aportasteis y deseo que un futuro, sin tanto prejuicio por lo doméstico, os haga más justicia.