despensa desabastecimiento

INTRODUCCIÓN

Es fácil organizar una despensa saludable y muy completa en tiempos de opulencia. Mi libro “LA DESPENSA SALUDABLE: la revolución en tu cocina” explica los mejores alimentos frescos y no perecederos y cómo organizar la despensa y el menú semanal para una alimentación casera y equilibrada.

Con frigorífico, congelador, armarios para guardar alimentos y lugares donde aprovisionarnos, desde supermercados a cooperativas o agricultores locales, planificar la alimentación familiar es una tarea relativamente sencilla.

El reto está en comer bien, y sobrevivir bien, en situaciones extremas en que puedan suceder acontecimientos como

  • desabastecimiento de los mercados de alimentos. Es decir, que no haya lugares donde comprar
  • altos precios de los alimentos que impidan que podamos acceder a lo que comemos habitualmente
  • apagones que hagan las neveras y cocinas eléctricas inservibles y que nos obliguen a buscar otras soluciones

Aunque puedan parecer situaciones descabelladas en el siglo XXI en países con alto nivel de progreso, todos nuestros abuelos y antepasados han vivido una época de austeridad, autosuficiencia, poca variedad de alimentos, supervivencia y estilo de vida “yo me lo guiso, yo me lo como” o espabilamiento, tanto individual y colectivo.

En este artículo te detallo qué podemos hacer respecto a la despensa en esas situaciones:

LA DESPENSA CON DESABASTECIMIENTO, pero con electricidad

La despensa saludable

La despensa saludable se compone de 15 categorías de productos que explico en detalle en mi libro:

  1. Frutas
  2. Verduras y hortalizas
  3. Cereales
  4. Algas
  5. Frutos secos
  6. Semillas
  7. Bebidas
  8. Conservas, deshidratados y fermentados
  9. Especias y aromáticas
  10. Otros alimentos: huevos, lácteos, proteínas y más, dependiendo de cada familia
  11. Aceites y aliños
  12. Botiquín natural
  13. Lo dulce
  14. Ajuar de la despensa

Normalmente conservamos en casa alimentos para una o varias semanas próximas según la periodicidad de nuestra cesta de la compra y espacio destinado a almacenar alimentos.

En caso de posible desabastecimiento, la clave estaría en ser advertidos y conocer la duración de ese evento, y, si eso no es posible, siempre podríamos guardar alimentos para unos 15 días como mínimo.

También dependemos de la capacidad de nuestro congelador que es el electrodoméstico más útil para la larga conservación. Como refuerzo, podríamos adquirir un arcón congelador adicional y colocarlo en alguna habitación, en el garaje o algún espacio en la casa.

Se trata de revisar nuestro menú semanal, multiplicarlo por varias semanas y congelar los alimentos. Esto es sencillo con conservas, legumbres, pasta, cereales, carne, pescado, proteínas vegetales, frutos secos, semillas, pero no aplica a las frutas y verduras frescas.

En una o dos semanas habríamos consumido lo fresco, especialmente hojas verdes, salvo hortalizas como patatas, zanahorias, boniato, calabazas con más larga duración

¿Cómo podemos compensar la ausencia de alimentos frescos?

  • Cultivando nosotros mismos si tenemos huerta o huerto urbano. Pero hay que tener en cuenta que los cultivos llevan su tiempo, mínimo un mes en las lechugas o 5 o 6 meses en los tomates cuando sea temporada
  • GERMINANDO: tener semillas de alfalfa y otras nos permitirán disfrutar en pocos días de todos los beneficios nutricionales de estos alimentos con tanta energía
  • PROBIÓTICOS: podemos elaborar con sencillez nuestro propio chucrut, yogures, rejuvelac, kéfir lácteo, kéfir de agua, kombucha… Estos últimos necesitan frío para conservarse, pero agradeceremos comerlos en tiempos de escasez de alimentos. Recomiendo apostar por uno o dos de ellos, aprender a hacerlo y tener en casa los fermentos necesarios.
    Aquí también incluimos aceitunas artesanas de calidad.
  • Deshidratados: las verduras deshidratadas nos vendrán muy bien para nuestros guisos en sustitución de las frescas. Podemos adquirirlas ya secas o usar deshidratadoras eléctricas en casa con antelación
aceitunas

Si hablamos de largos desabastecimientos, deberemos priorizar bien, según las preferencias de cada hogar, los alimentos que congelamos porque el espacio es limitado y reforzar las legumbres secas o cocidas, cereales, frutos secos y conservas porque no necesitan frío.

Cuando llegue el tiempo de carestía, habrá que planificar los menús diarios para alargar el máximo nuestras provisiones. Al poder cocinar con normalidad, la situación es parcialmente más llevadera que otras.

¿Y cuándo se acaben las provisiones si dura mucho el desabastecimiento qué hacemos?

Entonces ya no nos enfrentamos a un tema de despensa, sino de supervivencia.

Es mejor vivir en el campo y con acceso a tierra cultivable y animales domésticos que en plena de ciudad, estéril de alimentos y llena de hambrientos.

También sería recomendable guardar semillas para poder cultivarlas y haber pensado en un plan B.

Las ciudades pueden organizarse por edificios, asociaciones de vecinos, centro cívicos y comunitarios y comedores sociales; pero en emergencia nada te asegura suministro de alimentos y, según algunos expertos, 72 horas son las necesarias para que se inicie el caos y la anarquía cuando se agotan los supermercados.

Por muchos motivos, alejarse de las ciudades es una buena decisión. Y para ello se necesita gasolina o combustible que es otro producto que podría desaparecer en estas situaciones antes incluso que la comida.

LA DESPENSA CON DESABASTECIMIENTO, pero sin electricidad

Cuando no contamos con congelador ni frigorífico -asumimos que los ciudadanos no tenemos generadores eléctricos ni placas solares con baterías- el tema de la despensa se complica.

Nos olvidamos de alimentos que necesitan frío y nos quedamos con estos grupos, cada hogar según sus necesidades:

germinados
  • Legumbres y cereales secos: garbanzos, lentejas, alubias, arroz, quinoa, cuscús, sarraceno, pasta…
  • Conservas clásicas de legumbres cocidas, verduras, cardo, pimientos, alcachofas, espárragos…
  • Salchichas en tarros de cristal
  • Conservas o latas de pescado: atún, caballa, salmón; de carne como fiambres o pato; y proteínas vegetales como carnita, tofu… Hay una amplia variedad para elegir
  • Algunos alimentos envasados al vacío como setas o embutido
  • Salazones como el bacalao clásico
  • Quesos curados
  • Deshidratados como tomates secos, setas, verduras en juliana…
  • Frutos secos con cáscara que tiempo tendremos para cascar
  • Semillas como sésamo, lino o calabaza
  • Bricks de bebidas vegetales o leche UHT
  • Leche en polvo
  • Semillas para preparar germinados
  • Chucrut
  • Fermento para kéfir de agua o kombucha que podemos preparar con frecuencia poca cantidad para consumir al momento porque no tenemos frío para conservar. Aunque podríamos hacer yogures sin electricidad (los llamados mesófilos) no podemos conservarlos sin frío, excepto en lugares de bajas temperaturas que los podríamos mantener al aire libre
  • Opcional: galletas, chocolate, especias, hierbas para infusiones…

¿Cómo cocinamos todo eso?

En cocinas de butano (mismamente yo tengo una y podría cocinar hasta en “el fin del mundo”), camping-gas e incluso hay sistemas para cocinar con velas que se pueden aprender en youtube.

Los excursionistas y usuarios de campings están muy habituados a estos menesteres y podrían elaborar platos de chef sin electricidad.

Destacamos aquí la WONDERBAG: una bolsa ajustable a la cazuela que hayas llevado previamente a ebullición (pero así consumimos menos de otros combustibles) con relleno interior aislante que permite cocinar a fuego lento sin energía adicional. Info y más

Podemos aguantar de esta manera tanto como provisiones tengamos.

Y siempre podríamos cultivar en el campo o huertos urbanos.

COCINAR SOLAR

cocina solar sungood solar brother 1

Además de lo comentado anteriormente, añadimos una forma de cocinar poco conocida, pero muy desarrollada: la cocina solar.

Existen decenas de modelos: horno solar que nosotros tenemos uno aunque lo hemos usado poco, cocina solar parabólica, tubo de vacío…

Estos sistemas se pueden comprar ya montados ( 1, 2 y 3) o puedes fabricarlos tú mismo con instrucciones por internet (1 y 2) o con este libro especializado.

FRUGALIDAD, HOY Y AYER

noticias de frugalidad

Está científicamente demostrado que comer poco aumenta la longevidad tanto en investigaciones en laboratorio como con los ejemplos de las zonas azules del planeta que son los lugares con mayor número de personas centenarias con energía.

Las situaciones de emergencia nos alejan de la opulencia y excesos digestivos del día a día y, tanto por alargar la disponibilidad de alimentos, como por cuidarnos más, podemos apostar por la moderación y comer menos.

Se denomina “hara hachi bu” al consejo tradicional chino de comer solo hasta que se esté lleno al 80 %, sin empacharnos ni saciarnos totalmente como solemos hacer.

Y no, comer menos cantidad, pero con alimentos saludables no es perjudicial para la salud.

Un ejemplo muy gráfico, aunque dramático, es el de los tres periodistas españoles secuestrados en Siria en el 2015. Estuvieron retenidos 10 meses, se alimentaron exclusivamente de paté de garbanzos (hummus) y aceitunas y cuando fueron liberados y les hicieron chequeos y reconocimientos médicos, los resultados fueron que habían adelgazado, pero estaban completamente sanos.

Se puede comer de forma sencilla y aburrida/menos variada y mantener la salud.

AYUNO INTERMITENTE Y AYUNOS

Ayuno intermitente

Siguiendo ese planteamiento de frugalidad, la Dra. Odile Fernández nos impartió un webinar en directo hace unos meses sobre los beneficios del ayuno intermitente de 12, 16 o 24 horas (el webinar está disponible en su taller online o en nuestro Club Hogar Consciente).

Cuando no sabemos cuánto durará un desabastecimiento o periodo de escasez, podemos comer durante menos horas y conseguir dos objetivos a la vez: cuidarnos y alargar las provisiones.

Obviamente, también podemos realizar algún ayuno terapéutico. Hay mucha información médica y libros al respecto.

COMO EN LA POSGUERRA

No hay generación que no haya pasado por periodos de hambre o escasez y no vamos a ser la excepción.

Sea por guerras clásicas, de nuevo cuño, estrategias geopolíticas o planes galácticos, si nos enfrentamos a situaciones de emergencia podremos hacer uso de nuestra resistencia y capacidad de superación para salir airosos de periodos de desabastecimiento.

la sociedad literaria y el pastel de piel de patata

La película “La sociedad literaria y el pastel de piel de patata” se desarrolla en una isla británica tras la 2ª guerra mundial y narra muy bien cómo sobrevivir con dignidad cuando hay muy poco para comer. ¡El desperdicio cero está asegurado y la imaginación con las recetas de peladuras también!

De nuestros abuelos conocemos la matanza del cerdo del que se aprovechaba todo y se comían productos todo el año, las recetas de calabaza día sí día también, los trueques de alimentos y la austeridad en su máxima expresión.

MÁS ALLÁ DE LA DESPENSA

Aquí solo nos hemos centrado en los alimentos, pero equiparse para situaciones de esta envergadura también implica muchos otros productos. El movimiento de los “preparacionistas” (los que están preparados para un posible desabastecimiento) lo sabe muy bien:

  • AGUA POTABLE, acceso a agua y productos potabilizadores
  • Pilas
  • Linternas, velas y cerillas
  • Walkie-talkie
  • Butano y otros combustibles
  • Leña y mantas
  • Botiquín y medicamentos necesarios
  • Compresas, pañales y productos de higiene necesarios
  • Ropa de abrigo
  • Otros

COSTE DE OPORTUNIDAD

Se crea o no en las probabilidades de que haya tal desabastecimiento con apagones incluidos en el siglo XXI en Europa, cada uno debe valorar si le merece la pena tener preparada una despensa básica con productos de larga duración.

El coste de oportunidad es bajo y si nada ocurriese, podemos consumir lo guardado dentro de nuestros menús semanales antes de que caduquen.