Ya han pasado 10 años desde que decidimos cambiar radicalmente de vida, dejar dos trabajos fijos e irnos a vivir a un pueblito entre montañas en La Rioja con nuestro hijo pequeño.
Desde entonces ha llovido mucho: la teoría y los planes no se ajustaron siempre con la realidad y fuimos ajustando sobre la marcha, surgieron proyectos nuevos que no teníamos contemplados y, poco a poco, y fluyendo con lo que te va deparando la Vida -unido a tu esfuerzo, talento y perseverancia- llegamos a la «estabilidad» en la que nos encontramos hoy, orgullosos del camino recorrido y lo que queda por recorrer.
Todo esto y más lo hemos contado en la revista Cuerpo Mente, número 302, en un reportaje de 3 páginas.
Curiosamente, esta es mi revista de cabecera que leo desde hace más de 20 años y que guardo como fuente bibliográfica de calidad, y ha sido todo un honor y una gran satisfacción personal que contasen con nosotros en su sección «VIVIR CUERPOMENTE» en la que han aparecido otras historias de personas que se dedican al mundo de la salud natural, ecología o trabajos conscientes: vitocultores ecológicos, restaurantes y supermercados bio, cosmética artesanal, hogares sanos y mucho más.
Estos son algunos de los ejemplos que han publicado:
- Generación biodinámica: una saga familiar de viticultores
- Cosmética natural artesanal
- Hogares más naturales
- Moda ética y sostenible
- Restaurante ecológico y alimentación viva
- Supermercado bio
Y esta es la imagen de nuestro artículo donde «nos desnudamos» y contamos porqué decidimos cambiar de vida, las dificultades y retos a las que nos enfrentamos, cómo hemos conseguido sacar adelante nuestros emprendimientos, cómo se puede vivir en el mundo rural sin dedicarse a la agricultura o ganadería, y qué cambiaríamos si pudiésemos retroceder.
«Mª Mar y Ángel decidieron dejarlo todo para irse a un pueblo.
Hoy son un referente en un estilo de vida más natural,
que comparten en El Blog Alternativo»
Esta es la entradilla del artículo y a continuación las primeras palabras.
«Uno de los principales arrepentimientos de las personas al final de sus días es «no haber tenido el coraje de hacer lo que querían hacer y no lo que los otros esperaban que hicieran». Eso confiesa Bronnie Ware, experta en cuidados paliativos, en su libro The top five regrets of the dying. Otros arrepentimientos habituales son: no haber sido más feliz ni más fiel a sí mismo, no haber disfrutado más de amigos y seres queridos, y no haberse dedicado menos al trabajo y más a vivir.
Algo así sentimos nosotros, pero sin haber llegado a una edad avanzada ni vernos en una situación sin retorno. Vivíamos en la provincia de Barcelona, adonde uno de nosotros se había mudado por amor 15 años antes desde Vizcaya. Teníamos empleos estables, hipoteca y postergábamos la libertad a la jubilación, que por cierto deriva de «júbilo».
Nuestra vida era moderadamente satisfactoria, pero nos dimos cuenta de que aspirábamos a algo más. Que la Vida no podía ser «solo» nacer, fichar, consumir y morir.
La catarsis en nuestro caso no vino de fuera, de una enfermedad, un accidente, un duelo o estrés. Fue el primer año de vida de nuestro hijo lo que nos hizo replantearnos qué hacíamos, por qué y hacia dónde queríamos ir. Pero no fue repentino…