brócolis y tomates

Desde que el hombre comenzó a plasmar la belleza de las cosas a través de obras pictóricas o escultóricas, los alimentos han ocupado un lugar más que relevante en estas disciplinas, pudiendo verse grandes obras de arte en las que los alimentos adquirían una grandísima importancia, o todo el protagonismo en el caso de bodegones. Con la fotografía ha pasado ciertamente lo mismo. La publicidad y las nuevas formas de fotografía han llevado a muchos profesionales a especializarse en la fotografía gastronómica como una disciplina independiente, así como a conocer las peculiaridades de cada grupo de alimentos para sacarles el máximo partido en lo que a captar su imagen y su esencia se refiere.

Hoy en día, hay un gran número de alimentos y preparaciones que han tomado gran importancia y  que tienen sus propias exigencias a la hora de ser fotografiados: es el caso de los cupcakes, otros tipos de repostería, el pan, así como un sinfín de platos elaborados de los que ya se conoce cuál es su mejor “lado”, su mejor toma, su mejor iluminación o su mejor composición.

Verduras y frutas, unos modelos de los más frescos

El auge de la comida sana y saludable se ha establecido en los últimos tiempos como una alternativa más que valorada, y ha obligado a los profesionales de la fotografía a especializarse en este mundo para explicar a sus usuarios los beneficios del consumo de frutas y verduras, así como de una alimentación sana y equilibrada.

guisantes

La principal característica de este grupo de alimentos es su frescura. Es por ello que todos los esfuerzos a la hora de ser fotografiados tienen que ir dirigidos a mostrar o intentar recrear de la manera más realista posible esta cualidad. Desde fotografia de alimentos, os ofrecemos una serie de consejos para que vuestras fotografías de frutas y verduras tengan un resultado profesional:

  1. Cuida los detalles. Con las verduras y las frutas debemos ser muy exigentes con respecto a su apariencia, evitar a toda costa las manchas o diferencias de color que pueda denotar la “no frescura” de la planta o el vegetal.
  2. Utiliza un modelo y un “doble”. Si vamos a trabajar en estudio, es recomendable utilizar dos productos semejantes: uno para hacer las pruebas y otro para hacer las tomas definitivas (existen muchas verduras de hojas que tienden a marchitarse rápidamente, mucho más con el calor de los focos de interior).
  3. No pierdas de vista la iluminación. La luz más recomendable para trabajar este tipo de alimentos y captar toda su naturalidad es, precisamente, la luz natural. Pero debemos tener cuidado con la duración del shooting ya que si trabajamos lentamente, es posible que las condiciones lumínicas cambien y, con ellas, nuestro resultado final.
  4. Ten a mano un difusor. La luz, a pesar de ser natural, no debe ser directa ni incidir de manera plana sobre el producto a fotografiar. Utiliza un difusor para mantener una iluminación equilibrada, que no proyecte sombras ni reflejos indeseados.
  5. Utiliza el trípode. Una base fija debe ser la segunda pieza del equipo, después de la cámara. Nos permite tener el control sobre el encuadre, la apertura y la velocidad.
  6. Ajustes técnicos. A la hora de configurar nuestra cámara, debemos tener en cuenta varios factores:
    • Los valores ISO deben ser los más bajos posibles para evitar el ruido (digital), especialmente en las sombras.
    • Profundidad de campo. En la fotografía de alimentos es muy común desenfocar el fondo para dar nitidez a nuestro protagonista, pero debemos ir con cuidado y cerrar la lente para lograr una profundidad de campo adecuada. Prueba y experimenta.
  7. Acércate para fotografiar. No tengas miedo y acércate tanto como tu cámara te permita a la hora de fotografiar tus verduras o vegetales. Toma macros y destaca las cualidades de color y textura, reduciendo la profundidad de campo de la que hablábamos anteriormente.

Truco adicional

Como hemos comentado, el objetivo final a la hora de fotografiar vegetales o fruta es reflejar su frescura y naturalidad. Para ello, muchos profesionales utilizan el truco del pulverizador: una mezcla de agua y glicerina que pulverizan o aplican directamente sobre la zona a tratar (con un atomizador, un spray o un simple pincel), dando un esplendor y una frescura extra, para que tu vegetal resulte mucho más apetitoso y apetecible.

Post elaborado por Siete Fotografía

coliflor y tomates