Es una de las grandes contradicciones modernas: mientras los supermercados están llenos a rebosar de productos (que no de alimentos), más aumenta la obesidad y las enfermedades relacionadas con una alimentación incorrecta y hasta la propia OMS afirma que la dieta es una importante herramienta preventiva de cánceres y patologías asociadas al desarrollo.
Algunos ponen la vista en culturas lejanas, físicamente como la japonesa o culturalmente como los crudiveganos y otros; pero aquí cerquita también tenemos los secretos para mejorar nuestros hábitos alimenticios: nuestras abuelas.
Que viviesen una guerra, posguerra, época de carencias y con poca oferta de alimentos no significa que su cultura gastronómica no fuese buena, al contrario: sabiduría instintitva, buena materia prima, moderación frente a gula y alquimia en la cocina son varias de las claves que podemos adaptar a los tiempos actuales.
Estos son los 10 hábitos a imitar de la cocina de nuestras abuelas:
1. Cocinaban más tiempo = más comida casera
No existían los precocinados y nuestras abuelas invertían (que no perdían) tiempo en la cocina. La cocción a fuego lento, el mimo, los ingredientes naturales sin una lista interminable de aditivos hacían que su comida recién hecha fuese un manjar para el paladar y la salud. No en vano, la publicidad moderna recurre a las abuelas cuando quiere remarcar los atributos de calidad de un producto.
El tiempo es oro y también lo es en la cocina, por eso el consejo nº 1 de muchos expertos en salud es entrar en la cocina. Michael Pollan afirma que: “Cuando uno cocina se alimenta mejor porque nunca pondrá tanto azúcar, sal o aceite hidrogenado como una marca de alimentación procesada. Si sólo tienes la posibilidad de hacer un cambio, que sea éste: COCINA”.
2. La cocina estaba mejor valorada
La cocina no se consideraba un lugar de tortura o sumisión sino el Alma de la casa, el centro de la vida y un lugar sagrado donde se cuecen las relaciones, las actividades, la comida y la salud. Y quien gestionaba la cocina, tenía un importante poder doméstico y social.
En los monasterios zen, el cocinero es un cargo muy respetado y autores como Roy Littlesun explican que las mujeres eran ancestralmente las alquimistas y conocedoras de los saberes de los alimentos y las plantas pero desde la Inquisición, y posteriormente con la industria, se les arrebató ese poder y las cocinas empezaron a decrecer en tamaño y calidad de los alimentos.
Hoy en día, cocinar y cultivar los propios alimentos vuelve a ser un acto revolucionario y de transformación social.
3. Alimentos de temporada, locales y frescos
Nuestros abuelos no necesitaban campañas de «come local, piensa global» porque se alimentaban y consumían productos de cercanías, manteniendo así soberanía alimentaria y el tejido artesanal, y comiendo frutas y verduras de la estación y en su punto de maduración; precisamente lo que más sabor y nutientes tiene.
Sus despensas estaban llenas de alimentos y no de comestibles que es lo que abunda en los carritos de supermercados modernos (muchas cajas y poco fresco).
4. Recetas sencillas pero nutritivas
Más guisos y pucheros que nutren, alimentan y calientan el cuerpo y menos snacks a cualquier hora.
5. Buena combinación de legumbres y cereales = proteína completa de gran calidad
(Esquema de «La Biblia de la nutrición óptima» de Patrick Holford)
Sin televisión y sin nutricionistas, las generaciones anteriores sabían que las lentejas con arroz u otras combinaciones de legumbre y cereal eran platos completos, nutritivos y saciantes, como se ha comprobado por la composición en aminoácidos esenciales. De esa forma, podían comer menos carne que era mucho más cara en aquel entonces y menos accesible -aunque de mejor calidad que la actual- y no necesitaban ni anuncios ni campañas institucionales para que aumentasen el consumo de proteínas vegetales. Ellos sabían…
6. Sin teflón y sin microondas
Cristal, barro, madera, porcelana… Materiales sanos para cocinar. Es cierto que en su fabricación podía haber plomo y sustancias perjudiciales hoy prohibidas, pero, en general, se libraban del microondas -que cambia la estructura molecular de los alimentos y reduce las vitaminas y los nutrientes- y del teflón, cancerígeno y prohibido en la cocina a partir del 2015.
7. La industria alimentaria era menos poderosa
Monsanto todavía fabricaba el agente naranja en la guerra de Vietnam y no había hincado el diente al mercado de los alimentos con el glifosato y las semillas transgénicas resistentes a su propio herbicida. El resto de las empresas de alimentación aun no eran megacorporaciones que especulaban con los alimentos de primera necesidad, controlaban la publicidad, manipulaban a los consumidores, se infiltraban en los Ministerios de Sanidad y creaban lobbys muy eficaces para sus intereses.
Nuestras abuelas estaban a merced del clima, de la propiedad de la tierra y de otros reverses, pero no de las patentes de las semillas o de los intereses de la industria.
Ver los documentales al respecto Food Inc, El mundo según Monsanto, Nuestro veneno cotidiano o La Corporación.
8. Menos carne, menos azúcar, menos productos envasados y procesados = menos tóxicos
Nuestros abuelos sí seguían la sana dieta mediterránea (esa de la que queda solo el nombre porque apenas se consume en España) a diferencia de las generaciones actuales cuya alimentación se caracterizada por exceso de lácteos, harinas refinadas, dulces, carnes rojas y procesadas, edulcorantes químicos y más que se está considerando oficialmente una DIETA MORTAL.
Como dato, en la actualidad en EEUU se come en un solo día la misma cantidad de pollo que en todo un año en 1930. ¿Recordáis que los abuelos comían pollo de corral el domingo y era toda una fiesta?
Ahora el pollo está casi hasta en el desayuno y no es de corral y criado al aire libre sino hacinado en fábricas (que no granjas), medicado, hormonado, genéticamente modificado para que tenga más cantidad de pechuga por lo que sus patas no le sustentan, etc.
Este esquema del documental Food Inc lo refleja muy bien: hoy se obliga a los animales a crecer desproporcionadamente, en poco tiempo, con crueldad y de forma anti-natural, y eso pasa factura a la salud y a la sociedad en general.
9. Conocían las propiedades medicinales de las plantas
Las abuelas conocían las plantas de su entorno y tenían un remedio casero para la tos, el dolor de tripa, los mocos, … Hoy se depende de los médicos y los farmácos para todo y se ha patologizado la vida cotidiana. Mucho progreso tecnológico y mucha desconexión de nuestros cuerpos y la naturaleza.
10. Bendecir los alimentos
No es un tema religioso sino una reverencia a la Naturaleza, un agradecimiento a la Tierra por lo que nos ofrece, un signo de respeto por quien ha cultivado los alimentos y quien los ha cocinado. Nuestros antepasados COMÍAN PARA VIVIR y no vivían para comer, y honraban ese hecho comiendo sentados y no de pie, con tele, en el ordenador, etc. El acto de comer tenía valor en si mismo.
Además de ello, y como demuestran las investigaciones de Masaru Emoto y la física cuántica, la bedición sincera (o la vitalización del agua), pueden cambiar energéticamente el alimento. Esta es la foto de microscopio de agua congelada que ha recibido la palabra «gracias».
Por todo ello, y sin mitificar en absoluto la época de carencias y menos desarrollo de nuestros abuelos, podemos aprender de su sensatez, simplicidad y naturalidad e ir mejorando nuestra dieta actual.
Hay muchos libros de recetas de nuestras abuelas para recuperar los aromas y saberes de antaño, pero destaco especialmente «La cocina de la abuela» de Montse Bradford porque rescata de la cocina tradicional lo que realmente merece la pena por sus propiedades energéticas y su sabor.
«Cuando mencionamos esta frase “la cocina de la abuela”, todo el mundo puede entender fácilmente de lo que se trata. Puede que vengan a nuestra mente ya platos como un estofado de legumbre, un caldo casero, un plato suculento de proteína, hecho con CUIDADO, AMOR, DEDICACION y TIEMPO.
Con ingredientes básicos, se elaboraban platos que nos ofrecían toda su energía, vitalidad y solidez. Y nos satisfacían y nutrían a todos los niveles. Es necesario volver a esta clase de cocina casera, de toda la vida, para que en algunos años no se haya perdido totalmente y podamos todavía dar referencia a ella. Puede que a nivel inconciente la cocina de la abuela, también sabía los efectos de las combinaciones de los alimentos y su alquimia. Podía “reanimar a un muerto”. Platos de siempre, que nos nutrían a todos los niveles más profundos de nuestro ser»
Montse Bradford
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Estoy totalmente de acuerdo con todo el artículo, gracias a mi madre por saber trasmitireme los valores y disfrutar de la cocina. La sociedad se ha acostumbrado a que se lo den todo preparado listo para comer incluso se prefiere salir a tomar un bocadillo para cenar que preparar una cena con los amigos, con lo divertido que es.
Definitivamente la humanidad tiene lavado el cerebro por tanta publicidad subliminal porque prefieren tomarse una cocacola que un jugo natural hecho en casa comen mucha comida chatarra sin ningún valor nutricional eso explica porque hay tantos hospitales les recomiendo ver este video http://www.youtube.com/watch?v=HQ6ZRTs54wE
Gracias por vuestros comentarios. El documental citado, THRIVE, lo resumimos en este otro post pero solo hablan pocos minutos de alimentación para confirmar el poder de la industria
http://www.elblogalternativo.com/2012/01/06/thrive-documental-revelador-%C2%BFque-nos-estan-ocultando-quien-y-como-cambiara-el-mundo-con-la-energia-libre/
Saludos
‘Abuelo’, la sabiduría ancestral del éxito adaptada al siglo XXI
http://us4.campaign-archive2.com/?u=d34003836e894b689fdab8c3e&id=43ef7eef9e&e=5f14e60e64
http://empresaactiva.com/modx/index.php?id=1618
ALIMENTACIÓN EN ESPAÑA DESDE LA POSGUERRA
http://libredelacteos.com/historia/la-alimentacion-espanola-de-la-posguerra-a-nuestros-dias/
Cambia la composición al decir la palabra «gracias» ¿Algo qué no está vivo? Aveces desbarráis un poco.
Hola
El artículo no dice en ningún momento que cambie la composición física del alimento sino que es un tema vibracional: «como demuestran las investigaciones de Masaru Emoto y la física cuántica, la bedición sincera (o la vitalización del agua), pueden cambiar energéticamente el alimento».
No «desbarriamos», son temas de nuevo paradigma, «alternativos, pero gracias por leernos, comentar y aplicar tu propio discernimiento
Saludos
6-Anotherdia Disiento con ud., ya que el agua aun estando contaminada, es un elemento vivo. Lo que no está vivo, es el producto industrializado y aún así como todo es vibración en el Universo, con una intención positiva hacia algo ó alguien, se producen cambios.
Estoy de acuerdo en todo.hay gente muy pija y sibarita que se cree
saber mucho y no tiene ni zorra idea de la vida .otros se lo han dado
todo hecho y ahora asi se ven y encima nos arrastran a los demas.
nuestran abuelas si que eran sabias .mi mas sincero reconocimiento
a todas las que estan y las que no
Nuestras abuelas eran más sabias… ¿En todo? en alguna cosas sí, en otras, no. Tenían mitos y supersticiones para parar un tren.
efectivamente, por eso hablamos de NO mitificar nada: «Por todo ello, y sin mitificar en absoluto la época de carencias y menos desarrollo de nuestros abuelos, podemos aprender de su sensatez, simplicidad y naturalidad e ir mejorando nuestra dieta actual»
Saludos