poesía delantal

Los delantales han vuelto y ahora son de diseño, pero durante siglos han acompañado a nuestras antepasadas cumpliendo numerosas funciones. En la foto aparezco yo con un dulce delantal que me regalaron en los cursos de cocina sana que imparto, y a continuación publicamos una oda al delantal de la abuela. Se trata de un precioso texto de la poetisa Pepita Calles Crespo* en el que recuerda y homenajea el polifacético delantal o mandil de su abuela Prudencia.

Ahora ya no los usamos de capazo, pañuelo y trapo para todo, pero siguen siendo testigos silenciosos de la cocina casera preparada lentamente y con cariño.

Esta es la poesía «El delental de mi abuela«:

Merecedora es de elogio
esta prenda singular,
pues no hay otra —que en su uso-
a ella le pueda igualar.

Yo conservo en mi memoria
tan claro como el cristal
el recuerdo de mi abuela
siempre con su delantal.

Las manos se las secaba
si mojadas las tenía,
y la cara se aventaba
cuando más calor hacía.

Si las lágrimas brotaban
con él se las enjugaba,
si polvo en el mueble
había el polvo con el limpiaba.

Si le pingaba el moquillo
(el sufrido delantal)
sustituía al moquero
con un arte sin igual.

Si limpiaba la lechuga
de «balde» el mandil servía,
y a echársela a las gallinas
al corral se dirigía.

Aprovechando el viaje
los nidales, visitaba,
y los huevos que cogía
al delantal los echaba.

Si salía a coger leña
su habilidad era tal,
que el brazado que cogía
lo liaba al delantal.

Y no digamos si oía
mercancías pregonar,
que a la calle ella salía
para el producto comprar.

Jamás usaba capazo
porque falta no le hacía,
que, doblaba el delantal
y allí todo lo metía.

La lista es interminable
del uso que de él hacía,
siendo tan imprescindible
que ella misma se decía

que, mujer sin delantal
ni en casa ni en la cocina,
y a aquella que no lo usaba
se la llamaba «cochina».

Y como mi abuela era
como los chorros del oro,
lucía su delantal
con dignidad y decoro.

Siendo esta una prenda humilde
hay que darle su valor,
y mi abuela se lo daba
llevándolo con honor.

Por él sin manchas llevaba
la ropa que se ponía,
pues el noble delantal
eficaz la protegía.

Al recordar con nostalgia
aquella imagen querida,
aunque lejana en el tiempo
en mi mente aún está viva.

Y haciéndole un homenaje
me he estrujando la cabeza
para expresar mi sentir
(con más o menos destreza).

Y con palabras en verso
-aunque tengo poca escuela-,
hoy he querido elogiar
el delantal de la abuela.

Pepita Calles Crespo
Febrero 2012

*Pepita Calles Crespo es una poetisa salmantina afincada en Barcelona que destaca por su sensibilidad y su inspiración en las cosas sencillas y cotidianas de la vida. Es autora de varias obras como «Prisionero en libertad» y «Ecos de mis pensamientos» y participa en la Asociación Poética Constancia del barrio de Sant Andreu. En este enlace se pueden leer varias de sus poesías

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